domingo, 28 de octubre de 2007

El llanto (poema)

Autor: Alfonso Reyes

EL LLANTO


Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
pero la vocesita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
pero sigue cayendo la gota de pesar.

No sabemos de donde viene la vocesita;
registramos la granja, el establo, el pajar.
El campo en la tibieza del blando sol dormita,
pero la vocesita no deja de llorar.

-¡La noria que chirría!- dicen los mas agudos-
Pero ¡ si aquí no hay norias! ¡ Que cosa singular!
Se contemplan atónitos, se van quedando mudos;
porque la vocesita no deja de llorar.

Ya es franca desazón lo que antes era risa
y se adueña de todos un vago malestar,
y todos se despiden y se escapan de prisa,
porque la vocesita no deja de llorar.

Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos sin embozo,
porque la vocesita no deja de llorar.

Orejas (poema)

OREJAS

dos orejas; una para oír a los vivos
otra para oír a los muertos

las dos abiertas día y noche
las dos cerradas a nuestros sueños

para oír el silencio no te tapes las orejas
oirás la sangre que corre por tus venas

para oír el silencio aguza los oídos
escúchalo una vez y no vuelvas a oírlo

si te tapas la oreja izquierda oirás el infierno
si te tapas la oreja derecha oirás…no te digo

había una tercera oreja pero no cabía en la cara
la ocultamos en el pecho y comenzó a latir

está rodeada de oscuridad
es la única oreja que el aire no engaña

es la oreja que nos salva de ser sordos
cuando allá arriba nos fallan las orejas.


Autor: Fabio Morábito
De su libro poesía para niños

viernes, 26 de octubre de 2007

Kavafis y Menandro (Poemas)

( Konstantínos Kavafis)
ÎTACA

Al emprender el viaje rumbo a Ítaca
ruega que largo sea tu camino,
lleno de peripecias y lecciones.
No te causen temor lestrigones ni cíclopes
ni el iracundo Posidón;
que no los hallarás en tu jornada
si enhiesto conservas el pensar, si nobles emociones
abordan el espíritu y el cuerpo.
No toparás con cíclopes ni lestrigones
ni con el agrio Posidón,
si no los llevas dentro, si tu alma
no los erige frente a ti.

Ruega que largo sea tu camino.
Que múltiples mañanas estivales te vean
--con cuánto júbilo, con cuánta gracia--
bajar a puertos antes ignorados;
en algunos emporios fenicios detenerte
a comprar la preciosa mercancía
(madreperla, coral, ébano, ámbar,
voluptuosos perfumes de toda procedencia
--el máximo posible de sensuales perfumes);
y visitar diversas ciudades en Egipto
para bien aprender de los letrados.

Ten sin cesar a Ítaca presente.
A llegar a sus costas estás predestinado;
pero la travesía no apresures.
Mejor es que navegues durante muchos años
y llegues, viejo ya,
rico por la cosecha del trayecto,
sin otras cosas esperar de Ítaca.
La isla te brindó tan bello viaje;
por ella recorriste tu camino.
Pero ya nada más ha de brindarte.

Aunque la mires pobre, no te defraudará.
Tu gran sabiduría, tanta destreza bien ganada,
descubrirán entonces la clave de las Ítacas.















Menandro
WHO' S WHO

Para saber quén eres
investiga
las tumbas a lo largo del camino,
cuyas entrañas acumulan
osamentas y polvo
de tiranos, de reyes y de sabios
y de diversos hombres engreídos
por sus linajes o riquezas
o su buena figura;
cosas que no pudieron resguardar a ninguno
contra la desazón del tiempo.

Bajo la misma tierra
convergen todos los mortales.
Míralos:
así descubrirás quién eres.



Traducciòn de los poemas: Jaime Garcìa Terrès

Extravìo nocturno (Poema)

EXTRAVÍO NOCTURNO

“...la dicha de amar es un galope del corazón sin brida, por el desfiladero de la muerte”
Ramón López Ve larde



Mi cuerpo en penumbra,

anegado


En silencio nocturno


naufragando

En un mar de sombras


¡ Y como una Ola brotas!

suspendida

Con tu cuerpo despojado y erguido

Al brillo tenue de una luna con pasión.

Te deslizas

me deslizas


- en tu ligera espuma-

a las sensuales arenas

de tu amorosa playa.


Y al despertar

Por mi cuerpo resbala

Tu presencia nocturna

inasible

Que al escozor de tu ausencia

espero

Un nocturno sin fin.



Justino R.