martes, 26 de febrero de 2008

BORGES. Entre la metafìsica, el mito y lo fantàstico











A continuaciòn, mi comentario a la obra de Borges y mi rèplica a la lectura "La casa de Asteriòn" de otro Blog, su link: http://www.franciscomendez.blogspot.com/.




Ulises: Borges siempre será un escritor imprescindible en toda conversación que tenga por objeto a nuestra literatura hispanoamericana; y la conversación que animas con tus aportaciones, curiosidad e inteligencia , en ésta tu casa “virtual”, me estimula para compartir mi opinión acerca de la obra literaria de Borges y, en particular, de tu lectura del cuento: “ La casa de Asteriòn”. Sé que no poseo las cualidades de un crítico literario, ni mucho menos; pero lo hago en calidad de lector al cual le apasiona, como a muchos, la literatura como una forma de creación y recreación de la lengua española.



La obra de Borges, con sus ensayos, cuentos y poemas ; es en sí misma, todo un universo literario en el cual llegamos a percibir vasos comunicantes entre ellos, en la que con una prosa brillante e inquisitiva en torno a determinados temas que le son propios y reiterativos, distinguen al universo literario borgesiano: El tiempo y su continua sucesión, la inmortalidad, la disolución del yo, el universo como algo infinito, la historia que deja de ser progresiva para convertirse en circular (¿mito del eterno retorno?), sus disquisiciones teológicas o teleológicas. A veces, cuando leo un ensayo de Borges sobre “Pascal” o “La esfera de Pascal”, “Refutación del tiempo”, no puedo dejar de sentir la sensación que va de realidad a irrealidad o ficción; de la misma manera -a la inversa- al leer un cuento como el “El jardín de los senderos que se bifurcan”, “Pierre Menard, autor del Quijote” o “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, experimentar la ficciòn como realidad. ¿Es ilusoria la división? Ficción como realidad o realidad como ficción. Creo, esta es una de las cualidades -entre otras- de las creaciones maravillosas y fantásticas en la obra Borgesiana. Elaboradas con ese lenguaje laberìntico-metafìsico o lògico-fantàstico.



A veces, experimento cierto agobio al seguir a Borges en sus perplejidades metafìsicas o teológicas, pero el resultado al final, es gratificante. Cierro este primer comentario con las palabras de Octavio Paz en torno a Borges:



A través de variaciones prodigiosas y de repeticiones obsesiv as, Borges exploró sin cesar este tema único: el hombre perdido en el laberinto de un tiempo hecho de cambios que son repeticiones, el hombre que se desvanece al contemplarse ante el espejo de la eternidad sin facciones, el hombre que ha encontrado la inmortalidad y que ha vencido la muerte pero no al tiempo ni a la vejez.” O. Paz “Convergencias” Ed. Ariel 1991





Ahora bien, pasando a tu lectura comentada del cuento: “La casa de Asteriòn”, te comparto mi lectura que, en cierta forma, difiere de la tuya. Trataré de ser breve y, espero, no parecer tedioso. Si pudiera reducir a unas cuantas palabras mi lectura del cuento de Borges, lo llamaría: “Asteriòn y su laberinto de la soledad” ¿Por qué? Creo, Borges acude a un recurso literario que consiste en servirse del mito “Teseo y el Minotauro”, para la creación y recreación de una obra literaria y, ¿Por qué no?, otro mito literario. La literatura se ha alimentado a lo largo de su existencia de la recreación literaria de otros mitos. Dice Borges: “La historia universal es la historia de la diversa entonación de algunas metáforas.” Igual se podría decir: “La literatura es la diversa recreación de algunos mitos” Hablando de ficciones literarias, es válido. Bien, efectivamente, hay una referencia literaria al mito, de Apolodoro; pero al incorporarla al cuento (así sea verosímil o inverosímil), como suele hacerlo Borges en sus narraciones, ésta forma parte ya, de lo fantástico. Ulysses, tengo la impresión, que tu lectura intenta ceñirse o ajustarse al mito clàsico, de ahí las dificultades o contradicciones en tu lectura. No hay nada que justifique a Teseo como un “redentor cristiano”, tú mismo lo dices, no es nada convincente. Borges era escéptico en cuestión de religión. Tampoco creo que la narración se desarrolle como acertijos, más bien creo que los recursos de Borges son la parábola, hipérbole o la paradoja. ¿Quién es Asteriòn? Es un ser omnisciente y creador (¿Un Dios?), que habita su casa-universo-laberinto cuyas puertas son infinitas (no tienen cerraduras) y no es un prisionero como Minotauro. Asteriòn es un soberbio, misántropo y tal vez, loco. Asteriòn, nos dice, que estas acusaciones son irrisorias, pero no que sean falsas; “que está capacitado para lo grande”. “Su casa es el mundo y todas las cosas se repiten infinitamente: aljibe, patios, abrevadero, pesebre, también los mares y templos son infinitos. Todo se repite infinitamente, solo dos cosas están una sola vez: el sol y Asteriòn." El Asteriòn del mito: Minotauro. Asteriòn es un ser creador omnisciente: “Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.”La narración es el soliloquio de un ser omnisciente y creador en la quietud y soledad de su casa-universo-laberinto con puertas, y algunas cosas que se repiten infinitamente. Es un soliloquio en el que, a veces, dialoga y juega con el otro Asteriòn: el Minotauro. Asteriòn es un ser que vive con terror su soledad y la infinitud de su casa-laberinto.



El terror cíclico del sacrificio de nueve hombres cada nueve años (a diferencia del Minotauro,que le sacrifican 7 mancebos y 7 doncellas anualmente.) ¿Mito del eterno retorno?. Asteriòn, a la espera de la llegada de su “redentor” que lo salvará (no en el sentido cristiano) de su eterna soledad y de su infinito universo. En esta narración, se da una de las obsesiones recurrentes de Borges: Su terror a los universos infinitos, de la misma manera que el terror que experimentaba Pascal. Nos lo dice Borges en su ensayo sobre “La esfera de Pascal”: “Una esfera espantosa, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna.” Otra frase que se le atribuye a Platón: “…esa esfera intelectual, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, que llamamos Dios…”




Octavio Paz decía que, cuando empezó a publicar Borges sus primeros cuentos y ensayos en la década de los 40s del siglo pasado; su nombre era una contraseña para algunos iniciados y su obra el culto secreto de unos cuantos adeptos. Han pasado más de sesenta años y me pregunto ¿Sigue siendo Borges un autor para minorías? La obra de Borges exige mucho al lector y seguirlo en sus perplejidades y construcciones laberintico-metafísicas o lógico-fantásticas, no deja de ser algo agobiante. Pero al final, es sumamente gratificante darse cuenta de la perfección de sus objetos verbales y también de su prosa brillante y maravillosa para abordar los temas que son propios del universo borgesiano. Si algo distingue a Borges y su obra: es su carácter excéntrico y universal, que trasciende los nacionalismos de la literatura y asimila (para beneficio de nuestra literatura hispanoamericana), las diversas corrientes literarias: las del Extremo Oriente, las de la India, las árabes y las persas y, por supuesto, también la Occidental.



Borges el inquisitivo interrogó al mundo; su duda fue creadora y suscitó la aparición de otros mundos y realidades (…) La literatura tiene sólo dos temas: uno, el hombre con los hombres, sus semejantes y sus adversarios; otro, el hombre solo frente al universo y frente a sí mismo. El primer tema es el del poeta épico, el dramaturgo y el novelista; el segundo, el del poeta lírico y metafísico.” Octavio Paz “Convergencias” Ed. Ariel 1991.




En los diálogos entre Borges y Ernesto Sábato (grabados por Orlando Barone) dice Borges: “La idea de un ser perfecto, omnipotente, todopoderoso es realmente fantástica”. Y cuando Sábato le pregunta: “Pero dígame, Borges, si no cree en Dios ¿por qué escribe tantas historias teológicas?”. Responde Borges: “Es que creo en la teología como literatura fantástica. Es la perfección del género”.
Pasando a otra cosa, que es lo que quería compartirles: es un poema de Borges que nos revela a otro Borges, sin las incertidumbres metafísicas y sus disquisiciones teológicas. Un Borges màs terrestre–por decirlo de algún modo- , con más certidumbres en torno a los temas que fueron objeto en su obra literaria, en la que no nos ofrece espejos laberínticos o metafísicos para intentar reconocerse en ellos. Si no, que nos ofrece un espejo (la poesía y el arte en general) como forma de reconocernos, como revelación de nosotros mismos y de nuestra vida. Certidumbres en torno a la vida y la muerte, la vigilia y el sueño, lo perenne y lo inmortal. Me gustaría comentar el poema, hermoso en verdad, pero se los dejo para que disfruten su lectura. Saludos





(“ARTE POÈTICA”, El hacedor)
Borges
Mirar el río hecho de tiempo y agua
Y recordar que el tiempo es otro río,
Saber que nos perdemos en el río
Y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño

Ver en el día o en el año un símbolo
De los días del hombre y de sus años,
Convertir el ultraje de los años
En una música, un rumor y un símbolo.

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
Un triste oro, tal es la poesía
Que es inmortal y pobre. La poesía
Vuelve como la aurora en el ocaso

A veces en las tardes una cara
Nos mira desde el fondo de un espejo;
El arte debe ser como ese espejo
Que nos revela nuestra propia cara

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
Lloró de amor al divisar su Ítaca
Verde y humilde. El arte es esa Ítaca
De verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
Que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
Y es otro, como el río interminable
.

No hay comentarios: